Cierto que una tiene la desgracia de no interesarle el fútbol más que a título antropológico, pero es que hoy no salgo de mi asombro. ¿Quién ha puesto este pie de foto?
Esa "pared blanca" del pie de foto (y la foto misma) no ha parado de rondarme en toda la mañana. No salgo de la contradicción, realmente "molesta" (oh, la frivolidad), en que me instala. He recordado aquel excelente documental que hace años vimos (cuando creo que todavía los Verdi no eran los Verdi) y que tanto perseguiste desde que lo vieras en ¿París? ¿Bradford? ¿aquel campo de trabajo en Italia? (¿cuántas fichas hemos movido en el mapa desde entonces, dear Miss Fog?).
Promises (2002) era el viaje de Goldberg por los asentamientos del West Bank y los barrios de Jerusalén. Entonces creo que pensaba que había algo positivo en esa despreocupación que algunos de los chavales entrevistados mostraban, o al menos esa esperanza era mayor que la inquetud funesta y la desesperanza que nos produce constatar que la violencia está instalada en el corazón de la cotidianidad. Esa forma de invisibilidad del conflicto que lo enquista (¿o es acaso una forma de empezar a trascendenrlo?. Cielos, me estoy volviendo loca..) No sé qué más es, aparte de una de las formas de superviviencia, de convivencia con el horror.
Quizá ése es el motivo por el que me gustan y me disgustan las películas de Amos Gitai (la última Free Zone).
Promises (2002) era el viaje de Goldberg por los asentamientos del West Bank y los barrios de Jerusalén. Entonces creo que pensaba que había algo positivo en esa despreocupación que algunos de los chavales entrevistados mostraban, o al menos esa esperanza era mayor que la inquetud funesta y la desesperanza que nos produce constatar que la violencia está instalada en el corazón de la cotidianidad. Esa forma de invisibilidad del conflicto que lo enquista (¿o es acaso una forma de empezar a trascendenrlo?. Cielos, me estoy volviendo loca..) No sé qué más es, aparte de una de las formas de superviviencia, de convivencia con el horror.
Quizá ése es el motivo por el que me gustan y me disgustan las películas de Amos Gitai (la última Free Zone).
Y ahora, no sé por qué, recuerdo vívidamente la excelente Broken Wings, que vi una tarde cualquiera en Ginebra, mientras fuera nevaba sin parar y yo me mecía en algo parecido a ese (¿falso?) "estado apacible" que el extranjero nos trae. Más de lo mismo.