Tú también hubieses eliminado junio del calendario, ese mes medio absurdo, pegajoso, balbuciente, que prolonga un fin que no llega: da igual, siempre nos vamos antes... O más bien, para cuando nos vamos, en realidad hace ya tiempo que nos habíamos ido.
D. llega a la tarde con su paciencia en los labios, pronuncia una palabra, todo se calma. Sube el volumen, lo baja cuando ya duermo, una hora, dos horas. No hay tiempo apenas, la noche se traga el deseo, la respiración trabada de los sueños. El cansancio rebrota, sangra, hiere. Es tarde para dejar de sentir, uno tras otro, la pena adherida a las ventanas, la tristeza de los autobuses, la melancolía de la última luz.
La mujer argentina llega llena de abrazos con su melódico acento, llena de gratitud para la muchachita atenta: "Ché que vos sos relinda, tan amable..." Pero es tarde también para querer no darse cuenta, no ver, el brazo que cae, la mirada que huye, la voz que queda descolgada en la conversación. Todos esos huecos que de repente se producen alrededor, la manera en que resuenan, la cotidiana con-moción de los afectos, y el brazo que se estira para tapar esos huecos.
Y luego están las omisiones, la propia costumbre, que es una forma de olvido.... Llegan los viajes, los encuentros, o esos hechos que son como paréntesis (la normalidad los hace paréntesis) y no encuentran acomodo en la vida. Esperamos siemplemente que llegue el ritmo que el tiempo solía tener, esa cadencia conocida que pone cada cosa en su sitio. La costumbre es olvido, sí, es letargo, es la forma que el tiempo tiene de olvidar lo puntual, lo que cruza desordenándolo todo, lo que abre grietas. Debió de ser importante, pero ya estamos olvidándolo.
Ps- Dejé los globos naranjas en la ventana, patieron a tiempo. ¿Por qué gastar energías en hacer como que uno es de otra forma? Recuerda aquello de Lispector... igual si eliminas ese rasgo, se cae todo el edificio.
En el suelo revueltos: "No digas noche" de Amos Oz, "Ventanas de Manhattan" de Muñoz Molina, "Tratado de culinaria para mujeres tristes" de Abad Faciolince ("En realidad , muchas veces, no hay nada más sensato que estar tristes; a diario pasan cosas, a los otros, a nosotros, que no tienen remedio, o mejor dicho, que tienen ese único y antiguo remedio de sentirnos tristes.") y "Detrás de la boca" de Menchu Gutierrez.
Por el aire sin parar de sonar: "Sleep Through the Static" del osezno Jack Johnson, alguna que otra de Joan as a Police Woman (no me terminó de convencer esta vez, desolée), Russian Red y el llanto de la pequeña Teresa.
Y luego están las omisiones, la propia costumbre, que es una forma de olvido.... Llegan los viajes, los encuentros, o esos hechos que son como paréntesis (la normalidad los hace paréntesis) y no encuentran acomodo en la vida. Esperamos siemplemente que llegue el ritmo que el tiempo solía tener, esa cadencia conocida que pone cada cosa en su sitio. La costumbre es olvido, sí, es letargo, es la forma que el tiempo tiene de olvidar lo puntual, lo que cruza desordenándolo todo, lo que abre grietas. Debió de ser importante, pero ya estamos olvidándolo.
Ps- Dejé los globos naranjas en la ventana, patieron a tiempo. ¿Por qué gastar energías en hacer como que uno es de otra forma? Recuerda aquello de Lispector... igual si eliminas ese rasgo, se cae todo el edificio.
En el suelo revueltos: "No digas noche" de Amos Oz, "Ventanas de Manhattan" de Muñoz Molina, "Tratado de culinaria para mujeres tristes" de Abad Faciolince ("En realidad , muchas veces, no hay nada más sensato que estar tristes; a diario pasan cosas, a los otros, a nosotros, que no tienen remedio, o mejor dicho, que tienen ese único y antiguo remedio de sentirnos tristes.") y "Detrás de la boca" de Menchu Gutierrez.
Por el aire sin parar de sonar: "Sleep Through the Static" del osezno Jack Johnson, alguna que otra de Joan as a Police Woman (no me terminó de convencer esta vez, desolée), Russian Red y el llanto de la pequeña Teresa.