Vivo instalada en un impresionismo del que alegremente dependo. Cae la noche sobre las terrazas de Argumosa, y la algarabía atraviesa, como una rayo, el rectángulo de sombras que ocupo. El ladrido de un perro se mezcla con el llanto de un niño. Resuena a lo lejos una armónica, viene de Novorossisk. En el supermercado un anciano se mira desconcertado en el espejo corrido de la entrada, y siento la fría piel de la soledad tocando mis hombros. Espero la palabra que no llega, que nunca llega. Una corriente de afecto surca el cielo, como una escalofrío. El escepticismo, que nos pesa en las manos, y ese revuelo de pájaros en el corazón, esa desbandada. Time passes by, "while you were sleeping", canta Elvis Perkins. Todos dormíais, cuando llegó el tiempo de las cometas varadas y los besos se hicieron arena. Llueve el olvido sobre las marquesinas, y ya sólo yo espero, la palabra, la palabra que pasa de largo. En el espacio de una renuncia perdimos algunos sueños. Roja, la noche es roja desfilando hacia la mañana, se agosta. Y ese último gemido que apenas se escucha.
¿O será la "nocillización" de la experiencia?