jueves, 26 de junio de 2008

Los caminos de la piel

En los claroscuros de la piel cobija el amor sus secretos. Nos guarda de saber lo que, sin embargo, el deseo nos prodiga. Si pudiéramos apagar el mundo, si amar fuera un presente que no supiera del recuerdo, que olvidase lo que habita al otro lado de los cuerpos. Si respirar no cansara, si en la incierta materia que gobierna los destinos halláramos la palabra, la forma. Si la vida nos ungiera con la tibia desmemoria, si fuésemos capaces de olvidar hasta que recordar ya no doliera, entonces, sólo entonces, acaso, recordarámos.
Mientras, seguiremos olvidando al amparo de las sombras, de los sueños, con esa laceración que nos causa sabernos otros, sabernos separados. ¿Cuánto puede durar la debilidad? ¿Cuánto la resistencia? "Soñamos soledad y la soñamos siempre contra alguien, para demostrar algo." (Gopegui) Si supiéramos cómo armar la adecuada pregunta, con qué aplomo estar más allá de lo que llega, y pronunciar los nombres de las cosas. Si pudiéramos, claro, si supiéramos, tal vez, no estaríamos viviendo.