miércoles, 18 de junio de 2008

Quizás uno pierde con el tiempo la capacidad de descansar. Y si eso es así, es francamente desesperante. O quizás simplemente hay que aprender a tener paciencia, paciencia para esperar a que llegue el sueño, querer abrazarlo, que cunda, y no enredarse con el primer pensamiento que pasa. Existe un nerviosismo del pensamiento tan tonto como todos esos otros tics neuróticos.
O quizá es que el día nos agobia de presencias, nos llena de incomprensiones, atiza el fuego de las preguntas.
En cualquier caso la relación entre la calma y la soledad es curiosa. Pasaje al canto, de M. Cacciari en Soledad acogedora. De Leopardi a Celan: "Cuanto más ajeno a la 'conversación' se nos muestra el absent, más le ocupa su imaginación y menos solo se encuentra. El absent desespera de poder estar solo, ya que conoce nuestra incapacidad de poder alcanzar la soledad verdadera. Desesperadamente acompañado de sí mismo, yendo en compañía de sus propios cuidados, o, más bien, del cuidado de la imagen (...), va a recordar incesantemente esta dolorosa paradoja: en el fondo, tan sólo el 'ocupado', es decir, aquel hombre que dedica su tiempo a realizar las tareas cotidianas y que desprecia la ensoñación y la fantasía, es capaz de obtener un momento de olvido, de soledad y de quietud auténticas. Por cuanto olvida la realidad de imaginar que, en cambio, el solitario, el 'extranjero' se ve obligado a contemplar insomne. El 'ocupado', que olvida imaginar, para quien nada es imaginar, puede desesperar completamente, acallando el cuidado que sin duda siempre nos impone la esperanza; algo imposible para el solitario, que nunca abrigaría la ilusión de desesperar hasta el final. A la imaginación, que es la encargada de 'construir' y activar las ilusiones, no le es dada la única esencial: la que es capaz de desesperar."
Esa hiperconsciencia, ese bullicio atronador de imágenes y sensaciones (la lluvia...) que nos lleva lejos y merma las presencias... Sólo a veces la compañía más segura nos trae la soledad adecuada, la de la calma. You were right, babe: "¿Por qué no te dejas tranquilita un rato?" Con suerte todavía queda algo por planchar. :-)