miércoles, 9 de diciembre de 2009

B17B

lunes, 30 de noviembre de 2009

Easy come, easy go...

miércoles, 14 de octubre de 2009

Thick cloud is clipping northeastern TAS as it circulates about a deep low just offshore and is generating patchy rain. Cloud is thinning over the rest of the state as the low retreats east, allowing any light showers to clear. Most of the west coast is already clear.

miércoles, 17 de junio de 2009

Dormito en el abismo del recuerdo de las cumbres, al calor cóncavo de sus capas de estratos retorcidas. Desde aquí la ciudad parece un amasijo de sonidos estridentes, inexplicables. Nada de la geometría intemporal de las paredes graníticas o la erosión de las moles calcáreas, ese mundo gris, ocre y rosa, veteado por la negra memoria de las aguas.

martes, 16 de junio de 2009

Conduje por esta ventana del cielo, de vuelta a Madrid, atolondrada todavía por los sinclinales de Marboré, por la enormidad desbordante del gran encabalgamiento de Gavarnie, por el viento cargado de sombras grises que subía desde el circo de Cotarueto y cortaba por la Brecha de Rolando, para caer a los dominios nevados del norte, frente a los Sarradets, y de vuelta a los pies del Taillón, bajando por la media ladera, mezclándose con el eco lejano de los torrentes y los silbidos de las marmotas.
Ayer, de bajada al sur por Bielsa, aún me sorprendió el sol en el valle de Pineta, con la quietud de la tarde después de las tormentas, y el Cilindro entre las nubes, los lagos colgados y llenos de hielo todavía, y la subida a Aínsa para ver por última vez las Tres Sorores, antes de darse la vuelta, la espalda, el silencio, hacia el cielo rayado de las autopistas.

martes, 9 de junio de 2009

A las 5 me despertó la tormenta cuando apenas hacía una hora que había conseguido dormirme --el cuerpo reclama un descanso, no más preguntas, no más recuerdos ni esa trémula agitación del deseo que ilumina las noches haciendo de ellas vísperas de tantos viajes. Después, ya no pude evitar quedarme embobada viendo cómo aparecían las luces detrás de la lluvia. A las 6 hay ya una claridad prometedora en el cielo. Tras las chimeneas, las nubes dibujan con sus claroscuros perfiles intermitentes en el cielo, sobre los edificios de la Place Clemenceaux.
Ayer a las 9 nos pilló la enésima tormenta, cuando corríamos ya tras los jardines del castillo. Cerraron la tapia y acabamos saltando de árbol en árbol, y después más barro, hierba demasiado alta como para no reír entre zancada y zancada, o no entretenerse haciendo eses. Al paso por el río las cuestas me dejan sin aliento, como siempre, pero a la bajada me engancho rápido al rebufo de J., y ya tiramos adelante mientras buscamos el ángulo perfecto en que los charcos salpican más. En el tramo final del parque, la explosión de olores antes de la última tormenta es difícilmente olvidable. El aroma intenso de la tierra mojada crece y se va llenando de matices, el aire racheado acerca los cedros y los enormes magnolios. Y otra vez amaina y queda una suave brisa que remansa todo ese universo, verde ozcuro, azul, marrón infinito y lejano. Cuando ya volvemos, a los pies del talud en que se cuelga la ciudad, diluvia y simplemente nos dejamos llevar, con ese silencio reconfortante que aparece al final de las carreras. Después va abriendo y al cielo aún le da tiempo a dejar que asomen alargados cirros que se estiran y van absorbiendo los colores de las últimas luces... Caen en pendiente las capas de nubes, algunas se desculgan sobre el Pic d'Anie, al oeste, y la ciudad queda en calma.
En fin, a veces todo parece un milagro. No se me ocurre con qué otra cosa puede uno ilusionarse, si no es con ese puñado de "pequeñas alegrías", a lo Hesse, que nos quedan al final de la jornada y que sólo tienen sentido porque podemos compartirlas. J. estaba allí con su despreocupada sonrisa, llenando de inocencia las grietas del pasado. Y luego esa nostalgia por que la vida no traiga más a menudo estas felices coincidencias. O al revés, esa nostalgia de que precisamente las traiga. En el pub de la esquina sonaba bajo Ray LaMontagne (Lessons Learned). Más nostalgia. Cervezas, un poco de rugby, Reclus ,viejas historias. Y esa necesidad de saber que las miradas, los gestos, las palabras han llegado, esa necesidad de conectar que nunca acaba y cansa y duele. El lejano zumbido de la inquietud, no saber pararse a tiempo antes de que las preguntas nos lleven demasiado lejos, vivir temiendo siempre haber sido malentendidos. Y otra vez el aroma que el viento sube desde las abroledas del río. Bare life.

miércoles, 3 de junio de 2009

Le plat pays, c'est loin... L'Adour, le bonheur, le vent qui souffle le soir...

La verdad es que empiezo a dudar seriamente de que vaya a salir con vida de este lugar. Por otra parte, mi tesis y mi hígado están tan íntimamente conectados que no creo que puedan soportar más la vie paloise... Otra noche sumando pintas por los pubs de la ciudad y hasta el moreno pirenaico se me va a desteñir. Mais bon, ça va... laisse-toi gâter! --Principio de acción indispensable según el manual de supervivencia oséznica para desplazamientos de recorrido medio, ya se sabe--. Así que so-sweetie-J. llega con sus mimos al caer la tarde (ponga una J. en su vida, o dos o tres, en cada puerto, que persistan en hacerle la vida más feliz). Y vamos de vuelta caminando por las isletas verdes, mojadas, bajo unos cedros inmensos y el olor de las coníferas, que pueblan jardines olvidados tras las viejas tapias. El tiempo se embarulla y se aligera sucesivamente, una explosión remota en mitad del cosmos y esa suavidad con que transcurren ciertas horas de verano. O será la dulzura de los días, imagino, y esa extraña mezcla de la ciudad: mitad provincial, mitad señorial, algo decadente y siempre "convivial", con ese aire gascuñés de las tardes ligeramente nubladas. Y andar descalza por la barandilla del boulevard, sobre los jardines, a la sombra de las palmeras, con el viento que traen las montañas y acaricia la piel de una forma que sólo sucede en primavera... después ya es otra cosa, un viento más seco o más necesario que se hace demasiado presente, ruidoso. Es esa curiosa inconsciencia de no saberse acariciado y, de repente, descubrir la caricia, como un tiempo nuevo que se abre cada vez, y cada vez enseña y cura, como una necesaria ternura que se impone con la rotundidad de su lógica. Así que J. vuelve a poner cara de no romper un plato, quizás alegre al saber que echará de menos esta complicidad. Et oui, bah, c'est bien ça qui nous tient à coeur.

sábado, 30 de mayo de 2009

Desde que volví a Pau se había instalado en el valle una persistente capa de nubes que no me dejaba ver los Pirineos. (Desde la esquina de casa, sin ir más lejos... Sí, pa chula, yo :) Después llovió, granizó, bajó la temperatura y como todo resultado quedó una lechosa capa de nubes cerrando el horizonte. Nada de las sombras brillantes del perfil perfecto del Midi d'Ossau. (Suspiros aquí...) Por otra parte, ha sido la coartada perfecta para cultivar la leve conmoción del recuerdo de los días benasqueses... Las manos de J. quietas y su piel morena bajo un rendodel del luz. La alegre disposición que traen los días en blanco, sin más. Y luego salir del valle de madrugada, echar de menos los domos graníticos en lo alto, las rimayas y la feliz geometría de los encabalgamientos y los pliegues de la cobertera pirenaica, los espolones de pizarra en los pasos de los ríos y cuando de repente esas compactas bandas calcáreas se dejan ver en la pared.
Así que ayer, por fin, amaneció un estupendo día de primavera: y allí estaba de nuevo, al fondo, el Midi d'Ossau, las afiladas crestas del Balaitus, las paredes cerradas de Gavarnie y todo lo demás.
Cielos, creo que le voy a pedir trabajo a alguno de esos muchos punquis-con-varios-perros-y-caramillo que deambulan por la ciudad. Estar a poco más de cincuenta kilómetros de los Pirineos me pone definitivamente tonta. También se me ocurre abrir una tienda de tontuneces de esas que le gustan tanto a los francesas y que, diossabeporqué, sobreviven abiertas.
En fin. Qué decir, que me he tirado de cabeza a darle la vuelta al Pic Castérau y los Lacs d'Ayous, que todavía están completamente helados (el de Gentau, bajo el refugio, con esas indescriptibles vistas de la cara oeste del Midi d'Ossau; y sobre todo el lac Bersau, con el circo y Les Très Pundettes de Larry, que me he hinchado a dibujar a media tarde, bajo el sol y el viento helado que subía arañando la nieve, desde la cubeta). Espero soñar hoy con esos bosques de hayas, renacidos, brillantes, olorosos que cubren la ladera media, sobre los llanos de Bious.... Y el ruido furioso del agua por todas partes y la sombra poderosa que lanzan esas paredes torreadas. Eso, o lo pesadas que se ponen las moscas a última hora. Tormentas.
En fin, la dolce vita.

domingo, 24 de mayo de 2009

Sólo cabe adentrarse en la oscuridad del sueño para recobrar la profundidad de los barrancos y atender al cansancio del cuerpo después de las montañas. Sólo esos abismos oscuros son ahora capaces de absorber las resonancias del paisaje. Todo lo demás se me hace inútil por momentos. No sé por qué cada vez es más difícil remontar los viajes. Será porque la vida se desaparrama a cada latido en múltiples direcciones, irreconciliables a ratos --los más-- y tiñe de incertidumbre todo cuanto toca.
El viaje llega a su fin: de madrugada se deja atrás el valle, con su marcado perfil de crestas astillando el cielo en lo alto, salpicándolo de sombras azules y grises; la luna ciñe con su delgado cuerpo un brillante haz de luz en el horizonte, mientras el frío aliento de las boscosas laderas habla aún el lenguaje de la noche y las nubes avanzan ya valle arriba. Trata uno en vano de sacudirse el silencio ensimismado de las cumbres y de poner en orden las vivencias recientes: los paseos, los paisajes y las sensaciones, el esfuerzo de remontar laderas y escarpes, de vadear torrentes y adentrarse en barrancos. Se pregunta uno al dejar el valle si habrá sido lo suficientemente sabio para estar a la altura de las exigencias de la montaña, y habrá sabido amar y contemplar sus roquedos desnudos en lo alto, sus blancas marmoleras y sus granitos que resplandecen con la lluvia; la brisa fresca de la mañana y las últimas luces de la tarde, el rumor de los arroyos, el silencio azulado de las aristas y los cordales montañosos; el esplendor de las praderas, el brillo naciente de un verdor que tapiza las laderas del sotobosque en esta primavera; los barrancos que se estrechan encajonando el río en una sucesión de cataratas cuyo estruendo recuerda la impredecible y, sin embargo, incontenible respiración de la vida. Todos esos elementos del paisaje nos interrogan y, acaso, nos exhortan a asumir nuestra propia debilidad y encontrar en ella una forma de grandeza, que sólo el apoyo, la ayuda o la comprensión nos permiten convertir en fortaleza. La montaña nos conmueve con su imperecedera e insondable presencia y nos colma de pasiones y misterios que acaso sólo desde el cansancio de haber hollado esos senderos podemos valorar y comprender. Y, entonces sí, uno sale del valle notando cómo la felicidad le empieza a crecer, como esos rododendros que ya se desperezan del frío y se van abriendo de nuevo con las cálidas luces de la primavera.

jueves, 14 de mayo de 2009

Bueno ¡venga ya, malditos! No seáis lentos y ved el 5x23 y el 5x24, que no me voy a poder callar por mucho tiempo. ¡Ay, qué solitos nos ha dejado the cripple golden guy.....! Dear Greg, donde quiera que estés, no nos vuelvas a hacer esto, y menos con esa mirada.... y mientras sonando el "As tears go by" de los Rollings.... mortal de la muerte... nos quedamos solos en las trincheras luchando con las adicciones y los fantasmas... "Qué desiertos los hombres,/cómo chocan sin verse unos a otros sus frentes de/ vergüenza..." que decía Cernuda. Lo mejor es que he picado: uno se traga un poco a regañadientes las incoherencias del 23, pero se "toriniza", sí, en el 24. Es perfecto. Y compris la oseznidad wilsónica. (Adónde vamos a ir a parar con la jerga de consumo interno, cielos...). Lo bueno es que our beloved Greg se queda con el culo al aire : el subconsciente es siempre lo más divertido que hay. ¿Y si destapas el deseo...? Screw the world!
Torinizados como andamos, pues, no queda más escapatoria que poner rumbo de nuevo a Pau. Me espera mi pequeño balcón a los Pirineos. No pensaba yo que pudiera acabar encandilándome realmente la vida de provincias (¡gafapastas del mundo, no os rindáis!)
Ay, qué penita más grande. Vaya semana. Entre eso y que no sé por qué hice caso a C. y nos encerramos toda la noche a homenajear al "tierno salvaje".... Una sola vez más aquello de "¿dónde nos llevó la imaginación?" y nos vamos todos a pique... No comments.
Así que no me quedan paredes por las que subirme, he trepado ya las de todas las casas y despachos que frecuento, aquí y tras os montes. O la tesis acaba conmigo o yo con ella. Como no tengo especiales ganas de morir joven (¡qué incordio! con lo interesante que se está poniendo la cosa), y como lo único que gano son kilos, dioptrías y un orden que no me interesa nada, espero despacharla pronto, y a otra cosa mariposa. A la sabiduría por la ginebra. Por otra parte, esta vez ha sido una escoba lo que se ha caído, y lleva en mitad del pasillo toda la semana. Me quedo observándola con misterio y verdadero interés. Quizás antes de que alguien se mate la devolveré a su posición original... junto a un montoncito de pelusas que espera su turno :) Como decía Greg: "Great advice! You pretend that I'm gonna make that".

miércoles, 6 de mayo de 2009

Me he roto el colodrillo. Heme aquí reducida a la nada de la escritura. Salí a correr sin las gafas (adiós mundo cruel) y metí el pie en un ¿socavón?. Por otra parte, cada vez que abro la nevera se cae el bote del café, y automáticamente lo recojo y lo vuelvo a colocar en el mismo (e inestable, valga decirlo) sitio. No sé en que tipo de perversa huelga se han enrocado mis neuronas. Si no, sobrevivo gracias a un entretenido 600 kms-commuting entre Pau y Madrid. Cruzar el Portalet es la sal de la vida, seamos francos. Claro que las incursiones en los Cauterets me están dejando de un tostao un tanto extraño. En cuanto vuelvo me paseo por la cornisa de Peñalara a comprobar cómo sigue. Estupenda:

lunes, 30 de marzo de 2009

Las sombras de mi conciencia, I guess. Ahí cuelgan, según el sol va y viene, bajo el arco que la tarde tensa sobre la pared y el parque al fondo, el sonido del tren. We're nowhere to be found though.

sábado, 28 de marzo de 2009

Printemps

jueves, 26 de marzo de 2009

Red-hot road mountains...

viernes, 27 de febrero de 2009

Lo he hecho, sí. Ya me hacían chiribitas los ojos pensando en las 36 horas de viaje, entre vuelo y escalas, que me esperan para llegar a Hobart --siempre quise un stop over en Changi, ese gran lugar.... -- De modo que no contenta con eso acabo de comprar dos billetes de avión --viva Jetstar-- a Christchurch y a Singapore... aprovechando que el Pisuerga pasa por aquella zona del mundo no podía desaprovechar la oportunidad... Estáis todos oficialmente invitados, que cuatro meses veraniegos dan mucho de sí, y allí nos toca la estación seca. Dicho queda: inmersión en la barrera de coral desde uno de esos resorts horteras, expedición en busca de la Morning Glory en el golfo de Carpetania, o walkabout, Uluru & songlines.

domingo, 22 de febrero de 2009

The secret life of high pressure areas

Lo que más me gusta de los días de anticiclón son esas mañanas frías de nubes bajas en Madrid, en que tan sólo hace falta ganar quinientos metros de altitud para dejar atrás su triste frialdad, encontrarse el sol brillando en un rabioso cielo azul y tener a los pies ese mar de nubes que encapota la ciudad. Cuando la universidad me hace perder un día con sus más que absurdas historias, yo me tomo dos, a mi plin, así que me instalo de nuevo en la Sierra, como si el sol de invierno fuera lo único ya que importara. Y de hecho lo es.
Llevamos meses puntuando muy alto en la escala de la nadería, y cuanto más consiguen las palabras tocar la intranscendencia (o el silencio, depende), mejor, más justas, menos queda alrededor, sólo ese puro dejarse estar en medio de estas mañanas soleadas. En las zonas altas queda todavía mucha nieve acumulada, aunque no me gusta esta nieve que está todavía muy helada a primera hora y se pone blanda enseguida con el sol, causa demasiados problemas, es difícil conocerla aunque fácil predecirla. En la cornisa de Peñalara siguen cediendo los metros acumulados en las zonas de ventisqueros y la nieve amenaza con deslizar sobre las capa de hielo más firmes. Andando por las palas del circo de Peñalara estas últimas semanas se oye ese rumor. Las Cabezas de Hierro amanecen brillantes, la superficie helada reverbera su frío azulenco, y es mejor no jugársela. Ya hemos tenido varias tardes de helicópteros. Me recuerda a los inviernos de aquellos años pasados en Benasque, cuando los aludes cortaban las carreteras y había que salir a batir esas zonas. No creo que aguante mucho más por aquí, el pacto era febrero, así que me espera la universidad de Pau, o mejor dicho, con la excusa del trabajo, viviré un tiempo más a la sombra de los Pirineos. Apenas consigo ya interesarme por algo distinto a los topográficos del Vignemale y a planear la ascensión a la brecha en Gavarnie. Y como siempre, liarla en el paso de Belagua, el mejor de los mejores porque siempre está cerrado. Con suerte la gente seguirá sin descubrir Arette y haremos de las nuestras por las pistas --y por fuera-- con la tabla. De cuando en cuando aparece la cara norte del Anie en mis sueños. Pero como duermo más bien nada últimamente, el Strahler es lo único que consigue entretenerme en mitad del insomnio.
En fin.
Estos días los prados altos de la Morcuera se abren anchos y tranquilos en mitad del anticiclón, y los pastizales van surgiendo bajo la nieve que ya se retira en las solanas. Abajo, los olmos, y algunos tejos en Canencia, recuerdan el sentido de las latitudes....

viernes, 13 de febrero de 2009

But got back safely in the end. Apenas más de dos semanas por aquí, y el invierno es ya estupendo. Algún día cumpliré mi plan de vivir persiguiendo el invierno, de hemisferio en hemisferio. De momento, me saltaré el próximo verano, y ya pueblan mis sueños las cumbres nevadas de los Alpes neozelandeses. El recuerdo de los hielos me calma, driving home through a blizzard. M. sigue despertando mi admiración con su espíritu de perpetua réjouissance. The perfect cheerfulness. Volví a la Cava baja en busca de ese cómico recuerdo que aun de vuelta sigue rondando su imaginación. A true test for a proper 'lieu de mémoire'. No entiendo cómo la gente puede desear estar enzarzada siempre en estúpidas discusiones y perder el tiempo tan miserablemente. El tiempo de estos vientos fríos que dejan las nubes abombadas sobre la sierra y traen y llevan los ecos de pasos y caminatas y despedidas y miradas. El tiempo en que el agua corre y en que se oculta el rostro del día tras las nubes. Intento recuperar los cirros en estas tardes del sur, pero se pierden en el caos familiar de las latitudes, las imágenes de otros lugares no me dan tregua. Mi mente hace y deshace mil veces el camino en tren por la costa, hacia Edimburgo, con sus reflejos de arcoiris y la nieve que extiende el horizonte del campo a lo lejos.
C. sigue insistiendo en meterme en sus discusiones con J. y el resto a su vez en buscar un apoyo que no sé por qué necesitan, como si tan sólo quisieran poner a prueba las lealtades de los otros por pura necesidad de sospechar, o por imposibilidad ya de confiar. Qué triste me resulta todo ese mundo. No entiendo ese espíritu de animadversión del personal. Siempre tuve la suerte o la desgracia de no tener demasiados motivos para llevarme mal con la gente. Ni siquiera para apartar a los que el camino me ha puesto al lado, y de tiempo en tiempo, se empeñaron en creerse mejores. Tampoco entiendo muy bien el mecanismo de esa creencia. Los que no nos sentimos con derecho a mucho tendemos a sentirnos agradecidos a la mínima. Quizá por eso somos unos sentimentales. Pero cuando pienso en los años pasados comprendo por qué todavía no ha conseguido todo eso helarme la sangre.

jueves, 12 de febrero de 2009

Quizás hayan sido los paseos estos últimos días, en medio de la noche cerrada, bajo la tormenta de nieve, por el camino de la Morcuera arriba, pero el eco de la sonrisa bonachona de M. y ese acento inglés que tan entrañable se me vuelve a hacer ahora, no se apagan. Nottingham on my mind. Mientras el sol de febrero me deja flotando, con esa calidez extraña, casi de primavera, que se mezcla con el viento frío, tan querido siempre. Vuelvo a estos días bordeando la sierra nevada por la Cabrera y hacia el Lozoya para poder entrar por la parte baja del valle. Y al mirador se asoman las nubes, que ya van cubriendo Peñalara, mientras J. y J. sonríen en la foto, y es mi memoria, apenas me atrevo a recordar que ha sido así, que sigue siéndolo, y no es la ayuda lo que J. nos agradece, sino la amistad. Y acaso tengo miedo de estar otra vez en las mismas. Quizá si supiera vivir de otra forma no echaría de pronto de menos, en medio de la mañana, en el tren, la risa de M., su andar garboso en un lunes frío por las calles de Madrid, mientras habla y pregunta, y se mezclan trozos de mundo y de continentes, viajes, lo que se acumula en los años. Y no quiero dejar que el día se lleve el recuerdo de cuando de repente echo de menos ese instante, pero ya se lo está llevando el tiempo que viene, que empuja. Sigo pensando que encariñarse es ese milagro de las cercanías que nos deja felizmente trastornados, echando de menos, sabiendo que se echará de menos.

viernes, 9 de enero de 2009

Yo no sé por qué la gente no sale a correr los días que nieva, con lo divertido que es. Estábamos básicamente Rúper y yo esta mañana en El Retiro y una viejecita paseando el perro. Eso sí, Rúper iba en pantalones cortos, a lo suyo. A la vuelta, en la esquina de Ibiza marcaba -2. Y hace sólo unos días estaba corriendo sobre el lago a -23 en St. Moritz. Ay, qué desdicha. Y pensar que A. llamó ayer a media noche para intentar convencerme de que subiéramos a hacer snowboard hoy, ¡pero si es que en la Bola no se puede ni coger impulso,ah-pordioshombre!. Como en estos casos siempre llama J. para ejercer de jefe, comentar la jugada 1 (tick-tack-tick-tack) y la jugada 2 (tesis) y asegurarse de que el lunes estoy a las nueve como un clavo para ir a preparar la excursión del congreso, esperaré hasta las 14hs, ni un minuto más, luego me piro a ver si este finde abre y, crampones, piolet y el resuello que me queda mediante, hacemos la Cuerda Larga. Fingers crossed. El resto de planes, queridos habitantes de la ciudad, tendrán que esperar. Hughs&kisses to you all.

miércoles, 7 de enero de 2009

En fin, es que bajé a comprar tabaco y ya se sabe...... Al consabido 72-hour sleep syndrome de la vuelta de cada viaje, se le sumó una absurda gripe de esas paralizantes que he arrastrado por aviones, pasillos y camas de aquí y allá (un día más tomando calditos y zumitos y me pego un tiro). La fiebre se llevó algun que otro mal sueño y borró completamente mi adicción al café. Anonadada estoy. También he cambiado sin querer el chocolate por los kiwis, Onetti por Murakami, ya ves tú. Está por ver con qué resultados. Compartí padecimientos con la pobre Pequeña (que ya no es Pequeña, sino más bien Chiquituca), mientras fuera nevaba, y todos bajaban hacia el lago, mi gozo en un pozo y etcétera. Así que a la hora de la verdad: sólo algunas calles de Madrid, ciertos abrazos, algunas palabras, las de amistad, probablemente; algunos besos, sólo algunos, no olvido cuáles; las razones de D., todas; el eco de ciertas risas, estos últimos días de nieve en Flims, la presencia de M., los virus de nostalgia de mi padre, el número más marcado del móvil, el té con C. en el Café de las Estrellas después del cine, a pesar de todo, y volver mientras podamos volver.

viernes, 2 de enero de 2009

New Year's resolution: "El sentimentalismo no se corrige volviéndose cínico, sino volviéndose serio." Cesare Pavese.