Me he roto el colodrillo. Heme aquí reducida a la nada de la escritura. Salí a correr sin las gafas (adiós mundo cruel) y metí el pie en un ¿socavón?. Por otra parte, cada vez que abro la nevera se cae el bote del café, y automáticamente lo recojo y lo vuelvo a colocar en el mismo (e inestable, valga decirlo) sitio. No sé en que tipo de perversa huelga se han enrocado mis neuronas. Si no, sobrevivo gracias a un entretenido 600 kms-commuting entre Pau y Madrid. Cruzar el Portalet es la sal de la vida, seamos francos. Claro que las incursiones en los Cauterets me están dejando de un tostao un tanto extraño. En cuanto vuelvo me paseo por la cornisa de Peñalara a comprobar cómo sigue. Estupenda: