viernes, 30 de noviembre de 2007
jueves, 29 de noviembre de 2007
Cerezas
Las afinidades como referencias, o las referencias como afinidades, y "tirar del hilo": sacas un nombre, un título, un lugar, una idea, y como las cerezas, todo lo demás sale a pares, en cadena, a raudales, es tan fácil. Es cierto que las cosas caen por su propio peso, y así uno puede soltar lastre, viajar más ligero, más tranquilo. Desconozco si sigue teniendo vigencia la teoría de los "seis grados de separación", pero los llamados "mundos pequeños" tienen su sentido, y por supuesto, su lógica (también socio-económica, camaradas). Además está el hecho de la inevitabilidad de que uno deposite, al final, el mayor peso, o la mayor carga de su vida en un mundo de referencias más o menos pequeño/más o menos amplio (sin prejuicio, claro, de aumentar la comprensión, empatía o pura "soportabilidad" de otros mundo ajenos, lejanos o que nos atraen poco). Existe una "zona de comodidad" psicológica, social, emocional, para cada individuo, eso es obvio. Que sepamos/queramos transcenderla, es otra cosa. Pero el valor de ese gesto, aun cuando parece indiscutible, no es una vara de medir quizá tan transparente. Se nos pide que vivamos como humanos, no como héroes, y nuestra comprensión básica tiene los límites de nuestros horizontes vitales. ¿O no? ¿En qué falacia he caído esta vez?
En cualquier caso, no se trata de coincidir en los contenidos de las cosas, o en las respuestas a las preguntas, sino en el terreno en que se despierta la inquietud por esas cosas, en el lugar de esas preguntas. El campo de futbol o la pista de tenis, la cancha de baloncesto. Por ejemplo, ¿qué nos queda del 68, entonces? Si es cierto que la política estaba en todos los estratos de la vida, las luchas privadas siguen teniendo vigencia como luchas políticas. Pero si no es cierto que lo político tenga esa capacidad de infiltrarse en lo que somos/hacemos, caben respuestas privadas sin culpabilizarse. La perversión, claro, sería pensar que lo político se "infiltra" ("como si" -ay- lo político se infiltrara y no hubiera estado ahí desde el principio..... Y entonces los libros de Gopegui eran tan políticos al principio como al final, y un hueco es una cuestión política por excelencia, lo común de los mortales. Si es que lo indiscreto da para mucho....)
En fin. ¿Por qué esta súbita empanada de preguntas? ¿Qué se ha hecho, señoritas, de los célebres fraseos de Lucía? Bueno, quizá I'm on the mood again, quizá la esperanza de la vida, de los otros, la llevamos tan dentro que ni nos acordamos, quizá no son los lugares, son las personas las que nos ponen en el disparadero. Recordemos cómo empezaba todo el lío tesínico, con Wallace Stevens: "Life is an affair of people not of places. But for me life is an affair of places and that is the trouble." Y en realidad, las dos cosas son lo mismo.
Y para que mi dispersión no disminuya, cuando la montaña de tareas amenaza con convertirse en tsunami, me pondré a leer sobre la historia ecológica del sur de California, una delicia.
Pliegues
Es curiosa la disimetría que se da entre palabras y cuerpos. Ambos suelen cubrirse con pudor, pero de manera inversamente proporcional. Hay a quienes no se puede acceder por las palabras, o lo contrario. Pero hay quien, permaneciendo en el cuerpo, propio y ajeno, no arriesga nada más. Lo más profundo era la piel, sí, ¿pero lo más arriesgado? ¿Era la piel, o eran las palabras, las razones? Ya, lo de siempre, que los cuerpos son también, sobre todo, razones.
¿Y las preguntas? ¿Las preguntas aprietan también como aprieta el frío, el hambre? ¿De dónde nació la necesidad de contestarlas?
Puede que los viajes también aprieten, que el hecho de saber que el mundo es grande sea, simplemente, superior a uno, mayor que sus fuerzas. La decisión de irse está tomada desde siempre, aunque luego en la práctica, de tiempo a tiempo, hagamos como que estamos. Pero lo cierto es que hay cañones Norte-Sur, y valles orientados al Este. Hay sinclinales y anticlinales, vidas que se deforman para no romperse. Dinámicas de ladera, todas esas avalanchas de barro que la lluvia provoca al caer sobre un suelo débil, calcinado por los fuegos, desprotegido. Si la tierra pierde la piel, si el cuerpo no se cubre de palabras, y sigue cayendo la lluvia, o continúa el esfuerzo tectónico, los materiales ceden, se quiebran.
martes, 27 de noviembre de 2007
Crisoles
El crisol de los viajes, y las conversaciones sin fin, la presencia del fuego en la noche, el cielo raso, la luz de estrellas lejanas clavándose en la conciencia. La felicidad trae certezas, sí, y a veces sería tan fácil como darle la vuelta al mapa y pegar un volantazo para que nunca se acabasen los viajes.
Y sin embargo, se acaban.
martes, 20 de noviembre de 2007
El globo era color lila, sí, y es justo pedir palabras, y justo buscar la manera de darlas, aunque sea confundiendo lo debido por lo dado, lo propio y lo ajeno, los pronombres y los verbos.
Hoy levantaré un monumento a la sabiduría de la frase: "que no hay mejor regalo (que no favor) que el que hacemos al pasarle a los que más queremos un pelín de nuestra 'locura'... ".
Así que sí, carretera y manta. Abrir los ojos, esperar la emoción del viento subiendo en cada curva, el tacto gélido de las mañanas en el bosque, el vaho del futuro, caliente, temeroso, dejándose ver en la superficie del lago. El nervio en las piernas desafiando los barrancos, más nubes en el cielo, la sonrisa atolondrada en las riberas, los bancales, las mesetas. Volar un poco más. Y mirar las sonrisas que llevo en la maleta: un océano de sonrisas, de electrones.
lunes, 19 de noviembre de 2007
Suposiciones
-Supongamos que no hay nada más triste en esta vida que las cartas que se quedan sin responder. Y aún así, aún creyéndolo como lo creo, no hay más remedio que dejar algunas palabras a la deriva, que floten, que se vayan, que se tomen su tiempo en madurar, solitarias, por caminos que nos son inaccesibles. Desprenderse de ellas, sin esperar nada de vuelta.
-Supongamos que incluso cuando lo que parece no tener lugar, encuentra lugar, asiento, resguardo, puede acabar también siendo expulsado de ese lugar porque no consigue del todo posarse, no encaja, no sirve, o porque los virus del "yo" nos persiguen. Tanto más cuanto pretendemos disfrazarnos de segunda o tercera persona, de gerundio, de infinitivo, de metáfora yuxtapuesta.
(Cuentan que se esperaba de Lispector que escribiese crónicas periodísticas, y ella sin embargo acababa sucumbiendo a sus propios misterios, dejándose filtrar por las grietas del lenguaje. "Clarice -dice Amalia Sato en el prólogo a una de sus obras- no puede evitar la carga personal, la omnipresencia de su yo conflictuado". O lo que solíamos llamar, más llanamente, "pasarse el mundo por el yo a todas horas").
-Supongamos entonces que estamos aquí, ni eso, sin plural siquiera. Estoy aquí y no hay nada que hacer por evitarlo. O lo que hay que hacer por evitarlo no nos interesa porque no da los subproductos que da esto.
Bueno, de momento ésta es la mayor. Ya veremos dónde encontramos la menor.
Fraseos
Vivir de manera apacible es lo que la escritura nos niega: el hueco que nos ofrece está hecho de esa misma intranquilidad. Sólo el silencio de la escritura puede acoger nuestro exceso. Esa "marea de tristeza y curiosidad" que emana en la escritura de Cioran, esas batallas que no logramos dar en la vida, son el compás de la existencia. Y ahora, pongamos, quedarse es decidir querer lo que ya se quiso, llegar a conocer lo conocido, que la hojarasca marchita del tiempo huela a dalia, a lirio. Volver es, sin embargo, un largo adiós.
Dice el jefe que uno escribe con las palabras que tiene más a mano, con las que están encima del escaño. Y eso nos traiciona, es cierto. Las palabras del tiempo, de las noches, las preguntas. Nos traiciona el fraseo, un ritmo insuficiente, tropezones con el lenguaje, zancadillas del deseo.
sábado, 17 de noviembre de 2007
Nemo el capitán
¿La vida que está dónde? Dónde yace el empuje, dónde el deseo de seguir en el frente de los días... ¿Dónde la verdad de lo que somos? ¿En el viaje? ¿O en la víspera? Quién supiera si es la vida la aventura, si reside en la épica escapada, si es ese movimiento que borra los contextos, la nitidez con que las cosas nos atan a la tierra. Quién supiera si es esa niebla, el sabor terroso de la huida, la medida de la vida. O quién decidiera si no es acaso lo contrario. La verdad de esas mínimas parcelas, cotidianas, cautelosas, aguerridas. La vida, el paso lento en las aceras, el giro en las esquinas cotidianas, los besos reclamados en nombre de los días, la paz de los recuerdos.
La aventura, o lo otro. "¿Quién fuera tu trovador?"
martes, 13 de noviembre de 2007
lunes, 12 de noviembre de 2007
Milagro
domingo, 11 de noviembre de 2007
Más tarea del sábado
No, no ponerles palabras, porque las palabras lo cambian todo, construyen el recuerdo, hacen las cosas presentes lejanas, suaves, tibias, leves, engañosamente buenas, falsamente queridas. Las palabras traicionan la exasperación de los días, aquella incertidumbre con la que no supimos bregar.
Guardase el impulso de hablar en un bolsillo, porque es mejor dejar que la vida suene todavía un rato más en el reloj. Luego, como siempre, ya veremos.
sábado, 10 de noviembre de 2007
El sábado amanece radiante, sin embargo, como si nada supiera de la vida. Pancakes with maple syrup en el Norms, tres calles al oeste de aquí. Volver a Onetti, entender el sonido de las sierras de los que trabajan en jardines ajenos. Contar las cosas como si fuese pasado, sumirlo todo en las sombras del tiempo, abismar la mirada. La tarea del sábado.
martes, 6 de noviembre de 2007
De los días
jueves, 1 de noviembre de 2007
Preguntas
Una pregunta es un tiempo largo. Una pregunta es una gotera, el cansancio del agua y el silencio, lo que golpea a ratos, seguido, siempre, aunque uno se olvide la mayor parte del tiempo. Una pregunta es una erosión, es lo que el agua y el viento se han llevado cuando no mirábamos. Una pregunta es un agujero donde antes había superficie.