Hoy me desayuné el cielo del Paraná, los aromas de La Recoleta y el sol ya casi veraniego de las lagartijas. La música sonó a tiempo pasado, acompañó el misterio de las latitudes. Espero respuestas todavía, como cada mañana, como cada segundo, mientras el planeta se expande, se contrae. Llueve en L.A., y yo pensando en las paradojas de la amapola. “Las semillas de la amapola --cuenta W. G. Sebald-- crecen por doquier, y si de improviso un día de verano nos sobreviene la miseria como si de nieve se tratase, no deseamos más que ser olvidados en un futuro.” Planta de las mieses, flor de los residuos, una vida roja de incierto origen, de tambaleante futuro.