viernes, 9 de mayo de 2008

De alguna manera todo se precipita, algo se hace inminente en el desorden que traen los viajes y sus vueltas. Pero uno sabe que la vida puede ser apacible, que hay un orden tranquilo de las cosas, una sensatez en su sucesión, en la manera en que acercamos o alejamos los acontecimientos de nosotros, en cómo elegimos implicarnos en las cosas. Queda confiar en el buen juicio, que nadie sabe por qué, aparece al final, haciendo la vida apacible.