Hay abrazos que son para todos. Se los da uno a una persona en concreto, pero sabe que ese abrazo llega a muchas más, a todas las que se quieren entre ellas, o a partir de esa persona. Viajan los abrazos más allá de los cuerpos que abrazamos, así lo queremos soñar al menos. Y así lo vi ayer en la tarde con humo, en el Pepe Botella.
De lo demás, es mejor huir, de los que no se dejan abrazar, de los que no hablan ni se dejan decir en los demás, los que no aprendieron a darse, a contarse, a hacer que las cosas lleguen, a cuidar o atender, a preocuparse, a sentirse concernidos. Y es mejor no intentar explicarles nada de esto.
"All The Night Without Love", como en la canción de Elvis Perkins. Hay cuerpos que sólo se chocan, que se suceden y se fatigan en noches absurdas de encontronazos, de frío escenificado en conquista, y todo es vano. Pero uno se da cuenta tarde de los errores. E incluso a veces uno se encuentra queriendo abrazar a esa gente contra su propia voluntad, en la incoherencia de saber que es inútil, y acaso es sólo la curiosidad que nos despierta esa gente que parece ser cabal y sin embargo no hay nada, nada que podamos encontrar, nada que sepan decirnos, así como no hay nada de lo que tenemos que ofrecer que pueda parecerles valioso. Se diría que hay abrazos vanos, pero no es cierto, quizá sólo haya errores de percepción y abrazos que no llegan a darse porque no tendrían lugar, sentido.