viernes, 25 de enero de 2008

Que se pare la semana que me bajo

Sí, se apea uno de los días como se apea de la moto y de la burra, pero sin dejar que le bajen, sin que "le caigan" a uno del guindo. Hay que perseverar en la candidez, día tras día, porque si no, acaba uno de un resabiado que no hay quien lo aguante, como esos que miran con condescendencia al resto de la humanidad, echando moneditas de su sabiduría de cuarto cerrado y alcanfor. Así que me he bajado de la semana a viernes por la mañana, con mi madeja de nubes al hombro, un revuelo de ondas de delfín y cometas, y el persistente aroma a sándalo y almizcle en las narices. ¿Me puede explicar alguien por qué habría de cambiar El Cairo por Budapest o Florencia? ¿Por qué cambiar Tasmania por Durham? ¿En virtud de qué cabales razones de gentes sensatas? Parece más divertido vivir como si todo fuera un continuo despropósito. Sebald o Kafka, frente a Sthendal, por ejemplo. Pero eso sólo en la impunidad de las noches de insomnio (y van tres esta semana), en la patente de corso de las ventanas y los horizontes, que dan siempre a un sueño, no a la calle.
Porque tenemos los sueños (que no los deseos) somos buenos chicos, permanecemos en el carril de la semana, nos avenimos a los motivos más concordantes, etc. Quizá porque elegimos quedarnos en ese sitio a pesar de todo y de todos, y esos otros nos leen, dejamos que nos lean y nos den orden(es). Para lo demás ya tenemos los sueños.
Gándara sobre las autobiografías: "Quiere esto decir que el autor, convertido en narrador de un presunto 'sí mismo', se declara incompetente sobre su propia vida y reclama al lector una actuación sobre una historia que se le escapa. El autobiografiado pide un poco de orden, y lo pide a gritos y afuera." Es una cosa digna de Pirandello, quien ha de venir a poner algo de sensatez en el barullo abigarrado de nuestras vidas. ¿Y qué? Sin otros no hay orden en las razones. Pospondré El Cairo y me tomaré la revancha aprovechando que el Pisuerga pasa por Boston y baja hasta Baltimore, recalando, pirata, en N.Y. Cae una invitación a Denver, a la sombra de las Rocosas. ¿Pero es que hay vida más allá de los viajes? Me lo expliquen...
Así que sigue la autobiografía de Koestler, que era a lo que iba Gándara: "...pero no abandonaría mis hábitos, aun suponiendo que fuera posible. El camino del exceso no siempre conduce al palacio de la sabiduría, como sostenía Blake; pero puede haber tanto ritmo y armonía en las oscilaciones de un péndulo como en la rotación de una rueda sobre un eje pulido.”
Ahí queda eso. Ya ni recurrir a Lispector necesita una para hacer apología del despropósito. Qué decadencia.