Hoy llego con la lengua fuera, mejor dicho no llego, arrastro aún restos de lunes en las suelas de los zapatos. No sé si se ha salido la luna, no me ha dado tiempo a mirarlo. En el estrecho margen de maniobra que nos dejan las circunstancias --su empuje y su peso--, he creído ver el sol, quizá este mediodía, y algún que otro destello azul a lo lejos, en la ciudad. Un seminario sobre confianza epistémica (y acciones conjuntas: no es lo mismo pasear juntos --con sus debes y haberes, con sus cooperaciones y coordinaciones-- que andar simplemente al lado de otros que luego igual echan a correr, o se quedan rezagados, o dejan de hablarte a la mitad del camino, porque sí, porque les viene en gana, porque deben de haber pronunciado en algún momento la última palabra y no nos hemos enterado--. Pero es cierto, sólo podemos pedir cuentas si ambas partes han reparado en que estaban compartiendo un objetivo común, o si de hecho lo estaban haciendo. Y la mayoría del tiempo una de las partes estaba a otra cosa, nos confundimos, malentendemos, o acaso hablamos tan bajito que ni sabemos que hablamos o que otros nos hablan.)
En fin, hay lugares que nos desordenan, pero cuesta dejarlos. Se te agolpa la pena y la culpa en la nuca.
De vuelta en el tren, mientras me dejaba ir lejos, me ha sorprendido aquella canción vasca que me llegó, que me llegaste, de París... "Badira hiru aste"... No recordaba que un día la escondí entre el revoltijo de las otras canciones (viva la impunidad del desorden de los mp3), para que un mediodía de tren me sorprendiera. Así que el cristal se ha debido de empañar en tu honor, o quizá las nubes hayan bajado de golpe para abrazarnos... "Loriak udan" kantatzen baitut inoiz gutxitan ez uste letrak ez ditut oraindik ahaztu akordatzen naiz hainbeste....
¿Ves como hay hueco cuando más cansados estamos? Y siempre anda detrás la misma mano angelical, sosteniéndonos....
Luego, todo el día cambiando la piel. Curiosa metamorfosis. Por menos, no habría merecido el día la pena.