Ya lo sabes, es así, es el ritmo curvado de la vida, la confusión leve y azul de los días, esa intolerable sensación de que nos vamos por el sumidero del tiempo, la huida adelante, un paso, dos pasos hacia horizontes que de golpe se descubren ajenos, metas de otros, saber si elegimos o no; la vida y el tiempo empujando, vivir en este huracán de momentos que nos embarulla las decisiones, tan llenas de barro, tan llenas de dudas. Eso, la respiración que se corta, y el miedo, la arena de playa incrustándose en el cristal, arañando caminos futuros, el sonido caótico de esta superficie asimétrica. Pero al menos: decir, poder decir siquiera, adelantar un palabra como el que adelanta un peón, mueve una ficha, pone la mano en el fuego: al menos que no se queme el resto del cuerpo. Al menos, decir. Estrategias de males menores. Cuando llegue el miedo, ponle palabras, dale lugar en otro lugar que no seas tú.
Cierto que al final del día se acumulan las cartas sin destinatario, el dolor sin respuesta, los pensamientos sin lugar. A veces el viento viene y nos los echa otra vez encima. Nadie tiene la culpa. A veces, llega el miedo, a veces retumban las dudas, y nos dejan en mitad de la nada. Así que vente, pon tu "a veces" en este lugar, y luego, ya veremos.
Lo he excavado para ti, con tu pico y tu pala. Es humo en el cielo queriéndote hablar, cristalistos con los que juego, reflejos, la compañía, siempre.
Espero que lo encuentres y te sirva. De M. a L. no hay tanto trecho. Conoces las pistas. Conoces de qué están hechas las vísperas, y de qué los viajes. Para ti no son falsas. Aunque a menudo las pistas falsas llevan precisamente al escondite correcto. Para eso las dejamos, supongo. Here is where and what we are.
Mientras, fuera, un perro se va haciendo mayor. Eso es lo seguro, lo cierto. Está ahí, pero no es otra vida distinta, es la misma que está aquí, la que duele al mirarse las manos, la de esta tristeza encorvada. Tristeza húmeda, derrotada, tristeza de dudas, sin norte, tristeza de un rescoldo infinito que la lluvia no apaga. Rabia por el daño que podamos hacer.
No, la lluvia no apaga las dudas, porque llueve también sobre las semillas que las hacen crecer. Llueve sobre los hechos, sobre las consecuencias de las acciones. Llueve en toda la extensión de la vida, que es una, ancha, frágil, enmarañada.
Aún así, están también las palabras, que hacen este tipo de favores: ayudar a soldar huesos rotos, ayudar a tomar decisiones. Son escayola, son empujón, eco en la noche. Quizá no sea pecado abrazar lo que no es nuestro, "palabrearlo", todos esos lugares que están más allá del horizonte, todos esos sueños que pueden leerse en la palma de una mano, las líneas de un miedo humano y certero. Así que merodea por aquí, si quieres, en la palma de esta mano, en la crecen que palabras.
Cierto que al final del día se acumulan las cartas sin destinatario, el dolor sin respuesta, los pensamientos sin lugar. A veces el viento viene y nos los echa otra vez encima. Nadie tiene la culpa. A veces, llega el miedo, a veces retumban las dudas, y nos dejan en mitad de la nada. Así que vente, pon tu "a veces" en este lugar, y luego, ya veremos.
Lo he excavado para ti, con tu pico y tu pala. Es humo en el cielo queriéndote hablar, cristalistos con los que juego, reflejos, la compañía, siempre.
Espero que lo encuentres y te sirva. De M. a L. no hay tanto trecho. Conoces las pistas. Conoces de qué están hechas las vísperas, y de qué los viajes. Para ti no son falsas. Aunque a menudo las pistas falsas llevan precisamente al escondite correcto. Para eso las dejamos, supongo. Here is where and what we are.
Mientras, fuera, un perro se va haciendo mayor. Eso es lo seguro, lo cierto. Está ahí, pero no es otra vida distinta, es la misma que está aquí, la que duele al mirarse las manos, la de esta tristeza encorvada. Tristeza húmeda, derrotada, tristeza de dudas, sin norte, tristeza de un rescoldo infinito que la lluvia no apaga. Rabia por el daño que podamos hacer.
No, la lluvia no apaga las dudas, porque llueve también sobre las semillas que las hacen crecer. Llueve sobre los hechos, sobre las consecuencias de las acciones. Llueve en toda la extensión de la vida, que es una, ancha, frágil, enmarañada.
Aún así, están también las palabras, que hacen este tipo de favores: ayudar a soldar huesos rotos, ayudar a tomar decisiones. Son escayola, son empujón, eco en la noche. Quizá no sea pecado abrazar lo que no es nuestro, "palabrearlo", todos esos lugares que están más allá del horizonte, todos esos sueños que pueden leerse en la palma de una mano, las líneas de un miedo humano y certero. Así que merodea por aquí, si quieres, en la palma de esta mano, en la crecen que palabras.