domingo, 15 de mayo de 2011
La luz estalla contra el cielo tras las tormentas de ayer, que fueron generosas, y cuaja de brillos los álamos dispersos por el campo. Las tardes se deshacen a un ritmo tranquilo, abril en tus manos, como el eco de un verso de Rosales, nostalgia de la nieve niña en las cumbres, del silencio azulado y frío del invierno, ya sepultado bajo la hora ardiente de las rocas, ahora que todo torna hacia el verde en el monte y el viento esparce espigas. A los pies del embalse rompen las pequeñas olas de junio, y ya parece lejos todo, Schubert, las sonatas, las nevadas, la luz pálida de Peñalara, los versos y la quebrantadura.