martes, 15 de enero de 2008

Falling slowly

Eran alces, una manada, expulsados del bosque por la tormenta, cayendo extrañamente heridos en medio de las calles inundadas, devorados por alguna enfermedad, o por los súbitos disparos. Una masa indistinguible de árboles tronchados, alces moribundos y agua encharcada, nubes bajas, grúas y coches abandonados. Luego estaba el camino de vuelta entre la lluvia, tres maletas, descifrar lo que le pasa a los otros. La ciudad era del norte. El desconcierto, el de siempre, querer comprender, decir y no saber, no atinar, la dificultad de abrirse camino.
Imagino que ya no va abandonarme esa imagen en todo el día. Los sueños se prolongan más allá de la noche, claro, se apoderan de la jornada, en algo la trastocan; seguimos respirando los olores que allí predominaban y sintiendo las mismas sensaciones que en ellos experimentábamos. Día-sueño, entonces.
Por lo demás, uno no debe de llamar más de tres veces a la misma puerta. Una de verdad, dos de cortesía. Quizá porque somos -queremos ser- ingenuamente perseverantes, no quedarnos con la injusticia de juzgar por nuestra cuenta. Entre el ruido y los malentendidos puede que uno no sepa a ciencia cierta nunca lo que los otros creen, piensan o sienten. Pero con tres silencios basta. En el fondo, los tres toc-toc son sinceros, pues están desprovistos de todo lo que hemos concluido hasta el momento, porque nos resistimos a pensar que los otros no sean capaces de alzar un poco más la voz. ¿Qué más tarea hay si no es ésa? Hacerse inteligibles.
De todas formas, no solemos salir de nuestro asombro en ninguno de ellos. Toc-toc, toc-toc, toc-toc. Luego ya está, carretera y manta. Los afectos cotidianos, la montaña de cosas pendientes, este clima de nieblas por la mañana, el azul pastel por la tarde, la complicidad de las noches.
En fin, hablemos de "Once", esa pequeña maravilla de gestos, voces y presencias por las calles de Dublín, la humedad de sus luces y las miradas creciendo hasta llenarlo todo. Es gratitud contra deseo. Ójala la gente comprendiese más a menudo el significado de esos gestos, lo que va con ellos, la manera en que, de todas formas, ya y para siempre, han reordenado nuestras vidas, y no hace falta más, no hace falta estropear las cosas tontamente. "Take this sinking boat and point it home." I'll sing along.... de eso se trata, mientras van pasando el resto de cosas.
Pero es una lucha perdida, la de la gratitud contra el deseo.