El mundo se va cerrando sobre mí, en ese pequeño hueco por el que aún consigo ver el sol de este verano frío, sedoso, querible. Y según se va cerrado el tiempo, los momentos se hacen nostalgia, brillan un segundo y se apagan, se van yendo lejos mientras todavía puedo tocarlos. Ya había olvidado lo que era decir adiós a un lugar, el sabor de las últimas horas. Hemos matado la noche, hemos ardido de sueños y planes, queda saber cómo sobreponernos al día, cómo saldrá adelante la vida. Sin pensarlo mucho, imagino.