viernes, 12 de octubre de 2007

Miedo

El miedo abrió una grieta en la noche. Trajo la imagen del tiempo pasado dibujado en los rostros ajenos. Surcos de un dolor que no reconozco, les ha hecho otros, no quiero pertenecer ya a esa historia que se sigue escribiendo en sus venas. No quise ver en la noche lo que me traía el recuerdo, sólo continuar mi camino al olvido, fuera del mar de sus vidas, abrazar la última oscuridad, posarme en las ramas de esta soledad frondosa, soltar el peso de esos recuerdos, sacos de arena. Que nada me ancle al miedo que sus rostros me traen en la noche, peso de muerte. ¿Por qué elegir la intemperie, por qué desear cubrirse de ausencia, silencio, distancia? ¿Por qué querer olvidar la persistencia con que otros te aguardan, olvidar sus esperas, no querer sentir el peso de sus abrazos lejanos, el amor que recibirás? Por qué, si la vida es despues de todo algo más humano, más cercano, más leve y paciente, como ese olor afrutado del viento en los brillos pequeños de la mañana. Es así, y aún así el relámpago de la memoria duele, nos hiere en la noche. Quizá no podemos olvidar la pura humanidad de la vida, la ternura con que se hace frágil en cada silbido del aire. Y aún así parece que el miedo de la noche nos endurece.