lunes, 6 de octubre de 2008

En realidad llevaba ya más de un mes pensando en poner el cartel de "cerrado por derribo", o "silencio hasta nuevo aviso". Ya, ya sé que se notaba. He esperado a que se cumpliera un año para ponerle punto final a la carta. No porque ninguno de nosotros tenga la última palabra, menos yo, las conversaciones nunca se acaban, siempre están abiertas, esto sólo es un traslado, una simple cuestión de sinceridad, de dejar que el latido de las palabras (ése con el que solíamos hablarnos) pueda volver a escucharse. Porque aquí ha acabado habiendo mucho ruido. Cuando lo que quisimos abrazar fueron las cartas, la supervivencia, las palabras. Me aburren tremendamente, y a veces me hieren, claro, todas esas disquisiciones sobre si la escritura es esto o aquello, sobre cuán narcisistas somos con nuestros "yo, mi, me, conmigo". Ya lo sabemos, los besos de las cartas se los beben los fantasmas, como decía E. de Diego que decía Kafka, con esa manera tan explícita que tienen las cartas para hablar de lo imposible. La imposible compañía,la imposible respuesta, el secreto a voces, parlez-moi d'amour... Verdaderamente no entiendo cómo la gente consigue escribir más allá de ese "tú" tan concreto en que se enreda nuestra voz, el "tú" que nos sostiene. Así que sí, como el ritornello que utiliza Juan Cruz (me gustan mucho sus libros y me gusta él), el "ya no se puede más" de Cabrera Infante: sí, a veces "ya no se puede más" y hay que devolver las palabras a su sitio para hacerlas volver a hablar.
Eso es todo, no hay misterio. "Esta carta ya no cabe aquí, o este aquí ya no puede contener esa carta". Y aquí, pues no sé: just shall see, how is it going for all those from-afar clouds.
Cheers. Nos vemos en los bares.