Bueno, quizá la muerte no sea un argumento. La muerte es una posibilidad, de las muchas que nos ofrece y nos niega la existencia. Y así el amor rasga con sus pasos ardientes esta tierra cubierta de niebla, tristeza encharcada sin mar al que abocarse, stanca è la notte, etc. Todas esas cosas. El silencio es silencio y ya está. A qué darle más vueltas. Viene, va, nos lleva, es caprichoso. En los días oscuros me mantiene el deseo de los arcoiris inversos. Mientras estaba en Irlanda la prensa dijo que hubo uno sobre el cielo de Cambridge. (En realidad, es un arco circumcenital que se produce en días claros con nubes altas, y que las nubes bajas nos suelen ocultar. Más de un cuarto de círculo colorido bajo un sol que declina. La luz se refracta sobre una particular alineación de cristales de hielo que forman la capa convexa de cirros. La luz entra por la parte superior de los cristales, que giran verticalmente, y sale sobre una de sus caras laterales, como "rebotando" hacia arriba. Sólo entonces se produce ese particular destello: de una intensidad y brillo, dicen, que les es desconocida a los arcoiris formados por gotas de lluvia, y con los colores dispuestos, por cierto, "al revés". Fugaz, dolorosamente fugaz, como lo son los cirros...) (¡Un hurra por los cirros! Siempre capaces de las mejores sorpresas).
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En fin, aquí por Vetusta todo en orden. Mis días de Billy Eliot discurren a buen ritmo, con niebla por las mañanas y con sol, cirros y aire frío por las las tardes. Y luego está el mapa de Alaska que tiene John, sí, en el salón de su/mi casa... Pero ésa es otra historia. Cheers.